Estarán las piedras
en el mismo sitio en la próxima huída.
Las mismas gotas lloverán,
con igual enfado.
Una sordidez tan espantosa
como estentóreo es el desaliento salado,
llenará el pentagrama que habitas.
Estarán las piedras igual de erosionadas
por la traición de mil sombras,
por la mutilación del color,
por los bostezos de la ternura.
Un poeta, metáfora en armas,
verso asocial y melancolía en ristre,
al mañana señala los caminos,
las formas de caer, el diluvio y el arca,
quizás el tempo del no réquiem.
Estarán las piedras, el huir,
demasiado absoluto el tú,
y un olvido con simientes a después
de la batalla en coda.