Se acercará
la muerte a revisar mi atuendo
de esclavo. Su aliento
oleré, la faz
de su no tiempo asombrándome, aún,
como pubertad
de adolescentes escondidos
en morales platónicas.
Se acercará la muerte,
y tendrá mi rostro; aturdido
de mareas bajas donde Dios
escondiera mi reloj miserable.
Se acercará con mi voz,
los silencios dantescos del miedo
mostrando.
Quedo a merced del Big Bang último,
donde el blanco arranque las lenguas
a pesadillas desbordadas de futuro,
con los segundos apuntándome.