Hay un bar con el blues en penumbra
en todas las pieles que mudé.
En todos hay un almanaque
con años que ya no sirven
y una mujer
asomando a la realidad de hombres lobos.
Hay olor a engañados
con el truco de ser felices,
un niño que es nieto del que se llevaron
una noche cuando los nacionales
miraban con la muerte y una cruz
aniquiladora. Hay también un televisor
que presume de las gestas del Madrid,
una radio envuelta en cortinas de tabaco,
una niña que nunca me mira
dentro de mi inocencia, un cromo
de Arconada, el ABC del fascismo
abierto a pescar incautos,
el ruido que tapa las cadencias del blues.
Yo soy el del fondo, allí donde
se ha fundido la bombilla.