Vodevil de siete vidas en clase de hipocresía,
un sastre los viste a todos y los llaman señorías,
una pantomima tal que Sagasta se asustara
del uso vil de los versos de ladrones de palabras.
El Ken enchufa-parientes viste mal de Cicerón,
del Casado aprueba-créditos la ironía va sin don,
se sumerge en la Rivera del universo unidad,
que la noche sin estrellas compacta con libertad.
El coletas zapatista, el del chalé con piscina
se merienda la oratoria, la soberbia de la inquina,
y el Ibex va dando votos a los mejores actores,
y el público en el match point márchase al retrete,
a sucumbir al encanto, 900
limpia ojetes.
Y colorín colorado, este cuento no ha acabado.
Los catalanes Champions pierden, los de blanco
a rebuscar del No-Do glorias y otras perlas,
los vascos etarras todos, una forma bananera
de entuertos resolver en la patria de los ciegos
donde Abascal es el Cid, lo demás, un sacrilegio.