Adiós a las gaviotas de incógnito,
al Guadalquivir en su orgasmo
atlántico;
adiós al cielo que me hizo ángel,
adiós
al mar que se abre de piernas.
Adiós a los sanlúcares
empedrados de ataúdes,
adiós a los caciques que me soñaron
culpable de nacimiento, adiós
al salitre de los versos puros,
adiós a las barcas
donde me llamaba la muerte.
Adiós…