Donde la eternidad
nos acaricie,
donde hasta la desnudez
sea un adjetivo redundante,
donde
los dónde se guarden
donde las arpas mudas,
donde mis ojos sean niñez
en tus amaneceres,
unos sanlúcares de cal
y primavera
abrazada al existir,
detendrán al tiempo y la muerte.
El cielo sabrá a verde,
verde pandemia
esmeralda cual perenne
calma del Guadalquivir.
Cuando los ojos se llenan de lágrimas por la emoción, es la sensación más gratificante que te pueden dar unas letras
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👏👏👏
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Gracias, Pippo! 🙂
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Magnifico poema, Kobo.
Un abrazo.
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mil gracias, rimas flotantes!
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